Monumentos de la República Dominicana

Santiago

A menudo, en el ajetreo cotidiano, pasamos frente a monumentos y sitios de memoria histórica sin detenernos a reflexionar sobre su significado y la historia detrás de cada uno de ellos. Estas estructuras, que se alzan imponentes en nuestras ciudades y pueblos, son mucho más que meros puntos de referencia o atracciones turísticas; nos conectan con eventos históricos que han dejado huellas imborrables en la historia de nuestra nación. La importancia de estos monumentos va más allá, pues también nos vinculan con generaciones pasadas y con aquellos personajes que lucharon con abnegación por la independencia y soberanía de nuestro país.

La historia republicana del pueblo dominicano está marcada por dos acontecimientos históricos de suma trascendencia: la proclamación de la independencia en 1844 y la Guerra de la Restauración, que tuvo lugar entre 1863 y 1865. Para recordar y honrar estas dos grandes efemérides, la Constitución Dominicana consagra los días 27 de febrero y 16 de agosto como días de fiesta nacional. En ambas fechas, numerosas instituciones públicas y privadas organizan actividades patrióticas para conmemorar los dos principales acontecimientos en la construcción de la identidad nacional dominicana.

En el país, existen importantes lugares de memoria dedicados exclusivamente a rememorar la independencia y la restauración de la república, así como a los hombres y mujeres que, con su esfuerzo y abnegación, hicieron posible primero la independencia nacional en 1844 y, después, la restauración de la república tras la anexión a España en 1861.

En la ciudad de Santo Domingo, capital de la República Dominicana, se encuentran la Puerta de la Misericordia y la Puerta del Conde, dos patrimonios arquitectónicos que remiten tanto a transeúntes como a visitantes a la independencia nacional. En cuanto a la guerra para rescatar la soberanía perdida en 1861, existen otros dos emblemáticos lugares de memoria: el Monumento a los Héroes de la Restauración y el Monumento al Grito de Capotillo, que también forman parte del rico y variado patrimonio histórico del pueblo dominicano.

El Monumento a los Héroes de la Restauración se encuentra en una colina anteriormente conocida como el Cerro del Castillo, al este de la ciudad de Santiago, visible desde varios puntos de la región del Cibao. Este monumento marca el final de la Autopista Duarte, que conecta la capital dominicana con el Cibao y Santiago. Originalmente, el comité impulsor del proyecto lo bautizó oficialmente como Monumento a la Paz de Trujillo, nombre que se mantuvo hasta diciembre de 1961 cuando fue sustituido por el actual. La colosal estructura de estilo neoclásico, a semejanza de grandes obras del fascismo europeo, formó parte de un proyecto arquitectónico concebido para alabar al dictador Rafael Leónidas Trujillo y satisfacer su megalomanía.

El arquitecto Henry Gazón Bona fue quien diseñó la obra, mientras que la construcción estuvo a cargo del ingeniero Mauricio Álvarez Perelló. Según el Comité Pro Monumento a la Paz de Trujillo, el monumento debía ser una estructura similar a la Torre Eiffel de París y estaría rodeado por un conjunto de nuevas edificaciones y avenidas con el fin de urbanizar y embellecer su entorno. Una de esas obras complementarias fue el Hotel Matum, inaugurado en 1954, el cual continúa brindando servicios tanto a huéspedes criollos como extranjeros.

Los trabajos de construcción del monumento comenzaron en 1944 y concluyeron en 1953, pero curiosamente nunca fue inaugurado formalmente por Trujillo. Sin embargo, el 30 de marzo de 1955, con motivo de celebrarse un nuevo aniversario de la Batalla de Santiago en 1844, se realizó un apoteósico desfile militar y estudiantil al pie del monumento, que contó con la presencia del dictador. Fue la única vez que Trujillo visitó personalmente la magna edificación, cuya terminación al parecer no satisfizo todas sus expectativas. Después del ajusticiamiento del dictador Trujillo el 30 de mayo de 1961, el régimen no tardó en desaparecer, dando paso a un sistema democrático y de libertades públicas. El 26 de diciembre de 1961, el Congreso Nacional aprobó la Ley número 5724, según la cual el monumento dedicado a conmemorar la Paz de Trujillo fue declarado de interés nacional con el nombre de Monumento a los Héroes de la Restauración.

De acuerdo con el historiador Edwin Espinal, el Monumento a los Héroes de la Restauración es considerado una de las más bellas obras arquitectónicas de la región caribeña y una de las estructuras en su género más altas de las Antillas. Consta de cinco niveles, en los cuales hay diferentes espacios de carácter museográfico con óleos y dioramas de renombrados artistas plásticos alusivos a las batallas y proezas de los héroes y combatientes de la guerra restauradora. Su característica torre, una especie de alminar de unos 70 metros de altura, tiene una escalera con 365 peldaños que conducen hasta la cúspide del monumento, que está coronada con una escultura en bronce de una mujer con los brazos abiertos bendiciendo las tierras cultivadas y los hombres de trabajo. A esta escultura se le llamó en su momento el Ángel de la Paz y se dice que fue inspirada en la mitología egipcia.

El otro importante lugar de memoria dedicado a honrar la gesta restauradora es el Monumento al Grito de Capotillo, ubicado en la línea fronteriza noroeste con Haití, donde se dice que comienza la patria. Esta moderna estructura arquitectónica, erigida en Loma de Cabrera, municipio de la provincia de Dajabón, rememora otro acontecimiento clave de la historia republicana como lo fue el Grito de Capotillo, hecho sucedido el 16 de agosto de 1863 que inició la Guerra de la Restauración (1863-1865) y que culminó exitosamente devolviendo al pueblo dominicano la libertad y la independencia.

El sobrio y majestuoso monumento fue diseñado por el arquitecto Rafael Calventi en 1983 y su edificación estuvo a cargo del ingeniero José Santana. Tardó tres años en ser construido y su inauguración se efectuó en 1986 en una esplendorosa ceremonia encabezada por el entonces presidente de la República Salvador Jorge Blanco, miembros de su gabinete e invitados especiales. Enclavado en un área montañosa del distrito municipal de Capotillo, el monumento está en una zona colindante con la frontera dominico-haitiana. El monumento es considerado un santuario histórico que rinde tributo a todos los soldados y combatientes de la guerra restauradora. Desde su inauguración, esta especie de baluarte de la historia militar nacional está protegida por el Cuerpo Especializado en Seguridad Fronteriza (CESFRONT) del Ministerio de Defensa.

El majestuoso monumento consta de varios bloques de concreto armado con espacios para usos diversos, como una sala de exposiciones con paneles alusivos a la guerra restauradora, así como salones para reuniones y encuentros sociales de la comunidad. En el área exterior, sobre una pared del bloque Capotillo, hay un magnífico mural del artista plástico Antonio Prats Ventó que recrea episodios y personajes de los inicios de la guerra restauradora tras el Grito de Capotillo. Asimismo, en otro de los espacios se aprecia una escultura del general retirado Ramiro Matos González, quien simboliza la llama de la libertad, mientras que en el bloque contiguo al de Capotillo, en uno de sus lados, están grabados los nombres de los principales protagonistas de la guerra restauradora, entre los que sobresalen Benito Monción, Santiago Rodríguez, José Cabrera, Gregorio Luperón, Gaspar Polanco y otros no menos valerosos defensores de la libertad del pueblo dominicano.

Mientras la vida moderna nos arrastra en un incesante torbellino de acontecimientos, los monumentos a la independencia y a la restauración, símbolos silenciosos de nuestra historia, permanecen inmutables. Por eso, la próxima vez que se esté frente a uno de estos lugares de memoria, se debe tomar un momento para recordar los hechos que representan y el alto precio que nuestros antepasados pagaron para que hoy disfrutemos de libertad y democracia.

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