Independencia de la República Dominicana

En un entorno marcado por la tensión y la opresión, la República Dominicana se encontraba bajo el dominio haitiano. La noche del 16 de enero de 1844, un grupo de disidentes dominicanos se reunió en secreto en la Ciudad de Santo Domingo con el objetivo de planear una insurgencia que cambiaría el destino de la nación. Ramón Matías Mella, destacado trinitario, convocó a esta reunión que contó con la participación de importantes figuras tanto nacionalistas como conservadoras, unidas por el deseo de liberarse del yugo haitiano.

A pesar de la ausencia del líder y fundador Juan Pablo Duarte, su espíritu independentista estaba bien representado por Francisco del Rosario Sánchez, Ramón Matías Mella y Vicente Celestino Duarte. La atención de los presentes se centró en un documento crucial que, tras ser leído, fue firmado por los asistentes. Tomás Bobadilla, el firmante de mayor edad y figura prominente del sector conservador, posiblemente redactó este documento, aunque este punto es debatido por los historiadores.

El documento, conocido como Manifiesto del 16 de enero de 1844, establecía la separación de la República Dominicana de Haití. Este manifiesto denunciaba las injusticias y privaciones sufridas bajo el dominio haitiano, incluyendo la prohibición del idioma español y la religión católica. Los firmantes adoptaron la firme resolución de constituirse en un estado libre y soberano, prohibiendo la esclavitud y garantizando derechos fundamentales como la libertad de imprenta, educación y desarrollo económico.

Una vez firmado el manifiesto, se hicieron cuatro copias que fueron distribuidas secretamente a diferentes regiones de la isla. Los emisarios, arriesgando sus vidas, llevaron el mensaje a lo largo y ancho del territorio dominicano, uniendo a todos los comprometidos con la causa nacional. Mientras tanto, los independentistas planificaban los próximos pasos, conscientes de la necesidad de actuar con rapidez para adelantarse a los afrancesados, quienes también estaban organizando una insurgencia con el apoyo del cónsul francés.

En la noche del 24 de febrero, los principales líderes independentistas se reunieron en la casa de Francisco del Rosario Sánchez para escuchar los informes de los emisarios. Las reacciones al manifiesto fueron principalmente positivas, aunque ya era evidente que las autoridades haitianas estaban al tanto de los planes trinitarios. Decididos a actuar, los trinitarios fijaron la fecha del pronunciamiento público para el 27 de febrero, escogiendo la Puerta del Conde como el lugar estratégico para su declaración.

La noche del 27 de febrero, a pesar de contar con menos personas de las esperadas, un disparo al aire de Mella marcó el inicio de la insurrección. El pequeño pero decidido grupo se dirigió hacia el Baluarte del Conde, reuniendo a más insurgentes en el camino. A pesar de la resistencia inicial, lograron tomar control del puesto militar, incluyendo el almacén de pólvora y las piezas de cañón.

A medida que se organizaban para la defensa, las autoridades haitianas se movilizaban. El coronel Teo Erard y sus oficiales intentaron reconocer la situación en la Puerta del Conde, pero fueron recibidos con disparos y obligados a retroceder. La resistencia de los insurgentes se fortaleció con una arenga patriótica de Francisco del Rosario Sánchez, quien enarboló la primera bandera dominicana, declarando oficialmente la independencia de la nueva República Dominicana.

La guerra por la independencia había comenzado. Este episodio histórico es un recordatorio del valor y la determinación del pueblo dominicano en su lucha por la libertad y la soberanía. La fundación de la República Dominicana se erige como un testimonio de la fuerza patriótica y la unidad de sus ciudadanos frente a la opresión y la adversidad.

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