El 16 de julio de 1838, un grupo de jóvenes, liderados por Juan Pablo Duarte, se reunió en secreto para concebir el proyecto de una nueva nación: la República Dominicana. Duarte organizó y diseñó los planes para este proyecto, incluyendo sus ideales, metas, lemas y hasta el pabellón nacional. Sin embargo, les faltaba un detalle crucial: el diseño del escudo de armas de la República Dominicana, el cual pasó por un proceso de más de 20 diferentes modelos a lo largo de casi 70 años.
La Historia del Escudo de Armas Dominicano
En el Juramento Trinitario, Duarte especificó que la República establecería su correspondiente escudo de armas. Desde tiempos antiguos, los guerreros usaban una pieza de madera o metal, a veces forrada de cuero, para protegerse de armas arrojadizas y punzantes. A esta pieza los griegos la llamaban «clipeus», los romanos y francos «blasón». Además de servir como protección, sobre su superficie se pintaba o tallaba el emblema o símbolo de la región, nación o tribu que representaba.
El uso de escudos como instrumentos de protección personal y para identificar linajes y ciudades se generalizó durante el medioevo, pero fue a finales del siglo XVIII, después de las revoluciones norteamericana y francesa, cuando muchos países diseñaron banderas y escudos de armas que reflejaban factores étnicos, culturales y geográficos. Estos elementos se convirtieron en distintivos de la identidad nacional.
El Arte de la Heráldica
El estudio de estos símbolos, conocido como heráldica o blasón, intenta explicar y describir los escudos de armas de cada linaje, ciudad o persona. Gracias a las previsiones de Duarte, la República Dominicana no es una excepción. La historia de su escudo es fascinante, comenzando con el primer asentamiento europeo en la isla de Santo Domingo. Los más remotos antepasados dominicanos tuvieron escudos de armas. El primer escudo data de 1508 y fue el blasón concedido por los reyes de España a varias villas en la isla.
Evolución del Escudo Dominicano
Durante la época colonial y tras varios cambios de dominio, los dominicanos conocieron distintos escudos y banderas, incluyendo la francesa y la haitiana. El 27 de febrero de 1844, tras la proclamación de la Independencia, los dominicanos adoptaron un escudo de armas para identificar la nueva República. En la Asamblea Constituyente de San Cristóbal, los legisladores aprobaron un pabellón de guerra que incluía el escudo de armas de la República según el artículo 195 de la primera carta magna.
Las armas de la República Dominicana consisten en una cruz con el libro de los evangelios abierto al pie, sobresaliendo entre un trofeo de armas con el emblema de la libertad y una cinta con la divisa Dios, Patria y Libertad. Con el tiempo, el escudo evolucionó hasta que en 1913 se oficializó el modelo actual, diseñado por Casimiro N. de Moya y oficializado por el presidente interino Adolfo A. Noel.
Descripción del Escudo Actual
El artículo primero del decreto del 22 de febrero de 1913 establece que el escudo debe tener forma de cuadrilongo con ángulos salientes en la parte superior y redondeados en los inferiores, formando un cuadrado perfecto si se traza una línea horizontal que una los ángulos inferiores. El artículo 2 fijó los colores del escudo, similares a los de la bandera nacional: azul ultramar, rojo bermellón y el blanco de la cruz.
Desde 1913, el escudo ha permanecido sin alteraciones significativas, aunque con el tiempo se han perfeccionado elementos como las cintas y los ramos de laurel y palma. El artículo 32 de la Constitución describe que el escudo tiene los mismos colores de la bandera nacional, con la Biblia abierta en el Evangelio de San Juan capítulo ocho, versículo 32, y encima una cruz. El trofeo integrado por dos lanzas y cuatro banderas nacionales sin escudo está dispuesto a ambos lados, con un ramo de laurel a la izquierda y uno de palma a la derecha.
La Ley 210-19 establece sanciones penales contra quienes incurran en actos irreverentes contra los símbolos patrios. El escudo de la República Dominicana, colocado en el centro de la bandera, no es un simple signo decorativo, sino un símbolo sagrado que representa una parte esencial de la identidad nacional de todos los ciudadanos dominicanos.