¿Cómo funciona el sistema electoral en EE.UU.?

El sistema electoral estadounidense se caracteriza por su singularidad, donde el presidente y el vicepresidente no son elegidos directamente por el voto popular. En lugar de eso, los ciudadanos votan por representantes en el Colegio Electoral, un organismo compuesto por 538 electores distribuidos entre los estados según su población, más tres delegados de Washington D.C.

En cada estado, el número de electores equivale al total de sus representantes en el Congreso (senadores y miembros de la Cámara de Representantes). Estados como California tienen 55 electores, mientras que estados menos poblados, como Wyoming, cuentan con solo tres.

El candidato que obtenga la mayoría de votos populares en un estado usualmente se lleva todos los electores de ese estado, bajo el sistema de "el ganador se lo lleva todo". Sin embargo, existen excepciones como Maine y Nebraska, donde los votos del Colegio Electoral se distribuyen proporcionalmente según los resultados.

Origen histórico del Colegio Electoral

Este mecanismo tiene sus raíces en el siglo XVIII, cuando se diseñó para equilibrar los intereses de los estados más grandes y más pequeños en una época en la que una elección nacional directa era logísticamente inviable. En 1804, la duodécima enmienda a la Constitución formalizó el sistema actual, garantizando que los electores voten por presidente y vicepresidente en listas separadas.

Para ganar, un candidato necesita al menos 270 votos electorales, la mayoría absoluta del Colegio Electoral. Si ningún candidato alcanza este umbral, la elección presidencial se traslada al Congreso: la Cámara de Representantes elige al presidente y el Senado al vicepresidente. Este escenario, aunque raro, ocurrió en 1824.

El sistema ha generado críticas en las últimas décadas, especialmente porque no siempre refleja la voluntad popular. En 2016, por ejemplo, Hillary Clinton obtuvo tres millones de votos más que Donald Trump, pero este último ganó la presidencia al alcanzar la mayoría en el Colegio Electoral. Situaciones similares se registraron en 2000 y en tres ocasiones durante el siglo XIX.

En las elecciones, los candidatos concentran sus esfuerzos en los llamados estados péndulo o "swing states", como Florida o Pennsylvania, donde el resultado es impredecible y puede inclinar la balanza. Otros estados, como Texas y California, tradicionalmente favorecen a partidos específicos, reduciendo la atención de las campañas en esas regiones.

A pesar de las críticas, modificar el Colegio Electoral requeriría una enmienda constitucional, un proceso complejo que incluye la aprobación del Congreso y de al menos tres cuartas partes de los estados, algo que no parece probable en el corto plazo.

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